Los peluqueros emplumados

Un día de verano, el Coyote, luego de darse un baño en el río, se acostó sobre la arena caliente a secarse. Mientras dormía, un grupo de codornices se acercó, y al verlo dormido, se dijeron:

“Ahí está en tonto de Tu-wháy-deh. Vamos a hacerle una broma”.

Y le cortaron todo el pelo, cosa que lo convertía en objeto de burlas.

Cuando el Coyote se despertó, se sintió tan avergonzado que deseó vengarse de los que lo habían dejado pelado. Dio unas vueltas para ver si había algún rastro del enemigo. Encontró pisadas de codornices, entonces supo que habían sido ellos. Siguió las huellas hasta que llegó a un gran hoyo. Miró que no había otras pisadas que indicaran que habían salido, con lo cual, seguían allí. Y entró en el hoyo. Al principio era amplio, pero a medida que avanzaba, se iba achicando, y tuvo que cavar. Luego de un rato de cavar, atrapó a una Codorniz, y le dijo:

“¡Ah, Ch'um-níd-deh! Has sido tú quien me ha cortado el pelo y me han convertido en el hazmerreír. ¡Te comeré ya mismo!”

“¡No, amigo Tu-wháy-deh! Ha sido otro quien te lo ha hecho. Iré a buscarlo más adentro, y lo hallaré con las tijeras aún en las manos”.

El Coyote dejó ir a ese Codorniz y siguió cavando hasta que atrapó a otro. Pero ese le dijo lo mismo que el anterior. Y Tu-wháy-deh lo dejó ir y siguió cavando en busca del próximo. Y así continuó hasta que había atrapado a todos y los había dejado ir. Y cuando llegó al final del hoyo, ya no había más.

El Coyote estaba muy enojado y salió del hoyo prometiendo atraparlos y comerlos a todos. Al salir, se topó con Cola de Algodón, y le gritó con su rostro enfurecido.

“¡Escúchame, Pi-u-í-deh! ¡Si no atrapas el Ch'úm-nin que me cortó el pelo, te comeré!”

“Claro que puedo atraparlos, amigo Coyote”, dijo el Conejo. “Mira, aquí dejaron sus huellas”.

Cuando ya habían recorrido un largo trecho, vieron a los pájaros riéndose bajo un arbusto.

“Espera aquí mientras los atrapo”, dijo Pi-u-í-deh.

El Coyote se sentó a descansar. Cuando el Conejo ya estaba cerca de ellos, los pájaros volaron un poco más lejos, y así continuó persiguiéndolos. Pero cuando llegaron a la colina y desaparecieron de su vista, el Conejo se dio media vuelta y escapó a su casa. Y el Coyote nunca se enteró que el Conejo y las Codornices habían huido.

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